Crucé los dedos para que alguien abriera y apareciera como si nunca me hubiera conocido, sonriente, con ansias de vivir y compartir sin importar lo que se le diera a cambio...
Una estrella ví esa tarde, sólo una, como si el firmamento de su cara solo albergara un lunar en esa mejilla, mojada por el peso de las palabras seguidas de una mentira y un sarcasmo egoista...
Podía oler su miedo, que hacía encoger el mío por momentos, sin querer ya me había sacado de la jaula...
Probaré suerte, ahora que ya no me oyes, no me escuchas, sin poder darte media vuelta, ahora te dejo un telegrama bien grande dónde puedas verlo o quizás no lo veas nunca...
Es sencillo, simplemente es un adiós... te dije, y así acabó una conversación donde llegué a quererte más que nunca, no como tú querías, ni siquiera como esperabas que fuera...
Es todo lo que puedo darte... es todo lo que mereces que te dé... nada.
Anaisbela
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